viernes, 22 de noviembre de 2019

Mi tierra, mi país...


Pasaba el tiempo…

Y cada vez que podía, me acercaba para ver aquel barco velero.

Antes, bonito, seguro y acogedor. Tanto, que me hubiera quedado allí a vivir.

Ahora, su aspecto es ruinoso, descuidado y no me atrevería ni a navegar en él.

Además, sus remeros, demasiados, ninguno hace caso y los que sí lo hacen, se ponen en donde quieren y hacen lo que quieren. Otros, ni se plantean remar.

Da pena… Se observa a quien se lleva la madera, las cuerdas, las velas, sus barcas y todo lo que pueden cargar.

Poco arreglo tiene ya. Lo que queda, algunos lo queman. Y si todo sigue así, pronto, irremediablemente se hundirá…

No me quise ir sin antes mirar el nombre de ese viejo barco, lo que fue y lo que va quedando de él.

No pude evitarlo y al leerlo lloré…

Su nombre: España.

(A. S. Pérez)