martes, 12 de julio de 2011
martes, 5 de julio de 2011
La paloma cagansera. (Relato de humor)
La que veis en la foto, no es una paloma cualquiera. La lió muy gorda en el año 2010 en el Estadio del Bernabéu. Éramos cien mil espectadores y algo me hizo presagiar lo peor...
En su plácido vuelo soltó una carga cual bomba, que impactó en la cabeza del que estaba a mi lado.
No pude evitar esbozar una leve sonrisa, que poco a poco se fue convirtiendo en una carcajada.
Hice mal en reirme porque el de al lado soltó un improperio, pero quien peor se lo tomó a modo de burla fue la paloma.
Con saña y apuntando si cabe decirlo mejor, volvió a soltar otra de sus muestras sin valor, dándole en la oreja al que estaba delante mía. Esa carga iba preparada y se notó, casi no se le veía la oreja...
Intenté evitar provocarla de nuevo, pero no pude evitar el reírme de nuevo. El asunto, tomó un cariz mucho más peligroso. La paloma, parecía un avión de la Segunda Guerra Mundial y uno a uno, puso a todos los de a mi alrededor, perdidos. El arbitro tuvo suerte, porque todo el mundo se cagaba en la madre que parió a la paloma y él, que pitó muy mal se fue casi de rositas sin ser insultado por nadie, excepto antes de la sucesión sucesiva de sucesos que fueron sucediendo sucesivamente tras reírme de la paloma. Paloma Jacinta Palomares Palomino, creo que se llamaba...
No se libró ni Casillas al que le dio en los guantes y en el ojo. Mouriño, estaba cabreadísimo porque no podía escribir en su libreta, la tenía hecha un verdadero asco y el boli no pintaba y no podía ni chupar el capuchón, que también fue víctima del brutal ataque. El arbitro no podía pitar las faltas ni los penaltis porque tenía el pito hasta arriba de cagadas de la cabreada paloma. El campo, parecía un estercolero enfangado de tanta caca de paloma también. Los 99.999 espectadores todos fueron víctimas de aquella hecatombe, unos por impacto directo y otros, vilmente salpicados sin perdón.
Nunca había visto a una paloma tan cabreada ni tan obcecada y yo, al único que intentó darle con una de sus muestras de valor dudoso, todavía estaba tirado en el suelo destornillado y muerto de risa. Hasta que por fin, aprovechándose que de mi dolor de barriga de tanto reírme a carcajadas y con la boca abierta, acertó de lleno hasta la campanilla...
Nunca más volví a saber más de ella, pero me regaló el día que más me reí en la vida y un sabor especial. Aún la recuerdo y siempre sabré que no es bueno reirse de las palomas por las consecuencias drásticas que te pueden acarrear...
Así que si véis que una paloma falla, callaos, dejadla tranquila, que puede tomárselo a mal y liaros una buena...
Európides
©Este relato tiene los derechos reservados por el autor.
Európides
©Este relato tiene los derechos reservados por el autor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)