martes, 11 de octubre de 2011

Ahora soy feliz.




La tristeza invadía su rostro desde hacía ya mucho tiempo. Todavía le dolía todo lo que le había pasado ayer. Pero no le importaba porque solo le pasaba a ella y sus dos hijos estaban bien. Toda la furia la descargaba con ella y eso, hasta lo agradecía…

Elena sabía que algún día terminaría de una forma o de otra esa pesadilla que le había tocado vivir y ante la que esperaba que todo cambiara algún día, que todo fuera diferente y que pudiera ser feliz.

Miraba a sus hijos ya dormidos, con una mezcla de cariño y tristeza a la vez. Los besó dulcemente y justo después de ese momento,  escuchó golpes en la puerta de su casa, un portazo al cerrar y gritos de quien la llamaba una y otra vez entre insultos. Ella, como intentando evadir lo que presagiaba, cerró la puerta de la habitación de los niños y se apresuró nerviosa hasta la cocina, con la idea de servir la cena a su marido y que todo estuviera bien para no enojarlo más.

Al día siguiente, Elena ya no estaba allí, pero allá donde estuviera, ahora era mucho más feliz…

Európides

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